La sucesión intestada en España. Régimen general.

Sucesión intestada en EspañaEl Códi­go Civil (artícu­lo 658)  esta­ble­ce dos tipos gene­ra­les de suce­sión, la lla­ma­da tes­ta­men­ta­ria (volun­tad del hom­bre mani­fes­ta­da en tes­ta­men­to), y la suce­sión por dis­po­si­ción de la Ley (suce­sión legí­ti­ma cuan­do fal­ta el tes­ta­men­to, a la que tam­bién lla­ma­re­mos abintestato).

La suce­sión intes­ta­da, legal o legí­ti­ma (artícu­lo 659 Cc, es aque­lla en la que no exis­te la volun­tad mani­fes­ta­da en tes­ta­men­to). Se regu­la en los artícu­los 912 a 958 del Códi­go Civil.

En cuan­to a sus carac­te­rís­ti­cas o notas dife­ren­cia­do­ras la nor­ma legal dis­po­ne para la suce­sión intes­ta­da en Espa­ña en su régi­men gene­ral, las siguientes:

1. Suple­to­rie­dad, por­que es sub­si­dia­ria, y por tan­to ope­ra en segun­do lugar tras com­pro­bar que no exis­te volun­tad del cau­san­te mani­fes­ta­da median­te tes­ta­men­to. O cuan­do éste últi­mo –el testamento‑, care­ce de vali­dez por esta­ble­cer­se su nuli­dad por no haber­se rea­li­za­do en la for­ma pre­vis­ta en el Códi­go Civil, o no cum­plir los requi­si­tos establecidos.

2. Com­pa­ti­bi­li­dad con la exis­ten­cia de suce­sión tes­ta­da, ya que pue­de dar­se el supues­to de que el tes­ta­men­to no ago­te la tota­li­dad del haber here­di­ta­rio, de tal for­ma que los bie­nes que no ten­gan esta­ble­ci­da la volun­tad del cau­san­te en el tes­ta­men­to se verán suje­tos a la regu­la­ción gene­ral para las suce­sio­nes intestadas.

Estoy hablan­do del dere­cho apli­ca­ble en el terri­to­rio gene­ral, sin esta­ble­cer las par­ti­cu­la­ri­da­des en dere­chos fora­les, entre los que se encuen­tran el dere­cho cata­lán y balear, ámbi­to don­de exis­ten cla­ras dife­ren­cias. A modo de ejem­plo, en este apar­ta­do, cuan­do el tes­ta­men­to no ago­ta todos los bie­nes sus­cep­ti­bles de ser here­da­dos, no se dis­po­ne de ellos según el dere­cho común –Códi­go Civil y la suce­sión intestada‑, sino que se sigue la regla de dere­cho romano por la que el bene­fi­cia­rio del tes­ta­men­to ve acre­cer sus dere­chos here­di­ta­rios según lo esta­ble­ci­do en el tes­ta­men­to, en una espe­cie de apli­ca­ción de la ana­lo­gía en la adqui­si­ción de bie­nes por dere­chos sucesorios.

3. Uni­ver­sa­li­dad, por­que los suce­so­res lo son con esa con­di­ción, a títu­lo universal.

Defi­ni­ción de here­de­ro según el dic­cio­na­rio de dere­cho de Edi­to­rial Bosch:

“Es el suce­sor, dere­cho­ha­bien­te o cau­sa­ha­bien­te del falle­ci­do que, a títu­lo uni­ver­sal, es el des­ti­na­ta­rio de todo o par­te del patri­mo­nio relic­to; por ello, el here­de­ro es deno­mi­na­do tam­bién suce­sor uni­ver­sal. En prin­ci­pio, el here­de­ro adquie­re, por un sólo títu­lo, un blo­que de dere­chos y obli­ga­cio­nes; ello quie­re decir que al here­de­ro, como a tal, no se le atri­bu­yen bie­nes deter­mi­na­dos de la heren­cia, sino que se le atri­bu­ye el dere­cho de adue­ñar­se de los bie­nes que per­te­nez­can al cau­san­te en el momen­to del falle­ci­mien­to de éste y no hayan sido espe­cial­men­te atri­bui­dos por lega­do. Por lo tan­to, el here­de­ro o los here­de­ros, pues­to que pue­den con­cu­rrir varios en la suce­sión a títu­lo uni­ver­sal, suce­de­rá en los dere­chos y obli­ga­cio­nes del falle­ci­do de tal for­ma que, antes de la efec­ti­va liqui­da­ción de la heren­cia, se habrá con­ver­ti­do en titu­lar acti­vo y pasi­vo de las rela­cio­nes jurí­di­cas del falle­ci­do que fue­ran trans­mi­si­bles, con­si­de­rán­do­se que la adqui­si­ción de estas titu­la­ri­da­des se ha pro­du­ci­do al mis­mo tiem­po. En defi­ni­ti­va, el here­de­ro es el con­ti­nua­dor de las rela­cio­nes jurí­di­cas del cau­san­te que no se extin­gan a la muer­te de éste. Ade­más de ejer­ci­tar los dere­chos per­so­na­les de éste y de tener que pagar sus deu­das, el here­de­ro ten­drá que pagar o entre­gar los lega­dos y rea­li­zar lo que corres­pon­da a la últi­ma volun­tad del falle­ci­do, si no hay albaceas.”

 Orden de pre­la­ción. Los lla­ma­dos a la suce­sión  intestada

Orden de los llamados a suceder

1. Los des­cen­dien­tes o parien­tes en línea rec­ta descendente.

- Que son los pri­me­ros lla­ma­dos a la suce­sión del cau­san­te, sin que pue­da exis­tir entre ellos dis­tin­ción por razón de sexo, edad, filia­ción matri­mo­nial o extra­ma­tri­mo­nial, adop­ti­va o biológica.

- Los hijos suce­den por dere­cho pro­pio, divi­dien­do la heren­cia por par­tes igua­les, mien­tras que los nie­tos y res­to de here­de­ros suce­den por dere­cho de repre­sen­ta­ción, lo que sig­ni­fi­ca que se repar­ten entre ellos la por­ción que corres­pon­de­ría al que repre­sen­tan  ‑sus­ti­tu­yen-.

2. Los ascen­dien­tes o parien­tes en línea rec­ta ascendente.

 - A fal­ta  de des­cen­dien­tes son lla­ma­dos los ascen­dien­tes – padre y madre por par­tes igua­les, y si solo sobre­vi­ve uno de ellos, el super­vi­vien­te reci­bi­rá toda la herencia.

- A fal­ta de padre o madre here­dan los ascen­dien­tes de gra­do más próximo.

3. Los cola­te­ra­les que sin ser des­cen­dien­tes o ascen­dien­tes tie­nen un ascen­dien­te en común (tron­co común).

3.1. Cón­yu­ge viu­do. Hay que tener en cuen­ta que el cón­yu­ge con­cu­rre con los parien­tes (des­cen­dien­tes, ascen­dien­tes y cola­te­ra­les), por su cuo­ta legal usufructuaria.

3.2. Parien­tes colaterales.

3.3. Esta­do.

El Cón­yu­ge viudo

Su lla­ma­da a la heren­cia es por su pro­pio dere­cho esta­ble­ci­do en el Códi­go Civil, y es inde­pen­dien­te de la lla­ma­da a los des­cen­dien­tes o a los ascendientes.

Esta­ble­ce la nor­ma que el cón­yu­ge supérs­ti­te, per­ci­bi­rá la cuo­ta legal usu­fruc­tua­ria que por ley le corresponda.

Dis­tin­gui­mos por tan­to aque­llas situa­cio­nes en las que el cón­yu­ge supérs­ti­te con­cu­rre con here­de­ros lega­les, y cuan­do es el here­de­ro legal –en ausen­cia de des­cen­dien­tes o ascendientes‑, que se con­vier­te en el suce­sor uni­ver­sal abin­tes­ta­do y le corres­pon­de­rá en su tota­li­dad la heren­cia en ple­na pro­pie­dad (con pre­fe­ren­cia sobre her­ma­nos y sobri­nos del falle­ci­do, siem­pre que cum­pla con la con­di­ción de no estar sepa­ra­do judi­cial­men­te o de hecho).

La pare­ja de hecho, las unio­nes extra­ma­tri­mo­nia­les o more uxorio.

Habla­mos de las que reúnen los requi­si­tos de volun­ta­rie­dad, esta­bi­li­dad, per­ma­nen­cia en el tiem­po y apa­rien­cia públi­ca de comu­ni­dad de vida simi­lar a la matri­mo­nial.

En estos supues­tos no exis­te una nor­ma­ti­va gene­ral que lo regu­le, y ha sido el Tri­bu­nal Supre­mo el que a tra­vés de la inter­pre­ta­ción de las leyes ha intro­du­ci­do en nues­tro dere­cho com­pen­sa­cio­nes eco­nó­mi­cas u otros bene­fi­cios para la pare­ja supérs­ti­te. Pero ojo, esto no quie­re decir que ten­gan los mis­mos dere­chos que los matri­mo­nios cons­ti­tui­dos en legal forma.

Impor­tan­tes entre otras muchas las Sen­ten­cias del Tri­bu­nal Supre­mo de 16 de diciem­bre de 1996, y de 5 de julio de 2001, don­de el argu­men­to jurí­di­co que fun­da­men­ta el fallo es la doc­tri­na del enri­que­ci­mien­to injus­to, y por enci­ma de todas ellas la STS de 17 de junio de 2003:

“…una per­so­na se enri­que­ce a expen­sas de otra que, corre­la­ti­va­men­te, se empo­bre­ce care­cien­do de jus­ti­fi­ca­ción o de cau­sa que lo legi­ti­me, de tal mane­ra que sur­ge una obli­ga­ción cuya pres­ta­ción tien­de a eli­mi­nar el bene­fi­cio de enri­que­ci­mien­to indebido…”.

La suce­sión de los colaterales

En defec­to de des­cen­dien­tes, ascen­dien­tes y cón­yu­ge, el Códi­go Civil lla­ma a la suce­sión intes­ta­da a los parien­tes cola­te­ra­les del difunto.

Pri­me­ro a los cola­te­ra­les pri­vi­le­gia­dos ‑her­ma­nos y sobri­nos del cau­san­te-­, y a fal­ta de estos, al res­to de parien­tes en línea cola­te­ral has­ta el cuar­to grado.

La suce­sión del Estado

A fal­ta de des­cen­dien­tes, ascen­dien­tes, cón­yu­ge y cola­te­ra­les, el Códi­go Civil lla­ma a suce­der al Esta­do, que tie­ne la obli­ga­ción de divi­dir la heren­cia reci­bi­da en tres partes:

1. Una par­te de los bie­nes a ins­ti­tu­cio­nes de inte­rés públi­co, públi­cas o pri­va­das, del muni­ci­pio del domi­ci­lio del causante.

2. Otra a ins­ti­tu­cio­nes de idén­ti­ca natu­ra­le­za per­te­ne­cien­tes a la pro­vin­cia del domi­ci­lio del causante

3. Por últi­mo, la ter­ce­ra par­te al Tesoro.

Con­clu­sión

Mate­ria de difí­cil inter­pre­ta­ción, lle­na de con­flic­tos y lagu­nas, y como bien dice el saber popular:

 ¡Que bien se lle­va esta fami­lia por­que no han teni­do herencias!

        Si nece­si­tas abo­ga­dos exper­tos en tes­ta­men­ta­rías, y heren­cias no dudes en llamarnos.