El Divorcio


1.¿Podemos ayudarle?

Somos abo­ga­dos matri­mo­nia­lis­tas, exper­tos en ges­tión inte­gral de situa­cio­nes de RUPTURA y sepa­ra­ción matri­mo­nial. Todos y cada uno de los matri­mo­nios son dis­tin­tos, por eso nece­si­tan un tra­ta­mien­to indi­vi­dua­li­za­do, con un tra­to per­so­na­li­za­do, con un ase­so­ra­mien­to cer­cano y com­pren­si­vo por enci­ma inclu­so del tra­to pro­fe­sio­nal que bus­que un futu­ro con una mejor cali­dad de vida para los cón­yu­ges en conflicto.

La MEDIACIÓN FAMILIAR es fun­da­men­tal a la hora de encau­zar un divor­cio o sepa­ra­ción, ya que la mayo­ría de los esco­llos o con­flic­tos que sur­gen en el momen­to de tomar la difí­cil deci­sión tie­nen una sen­ci­lla solu­ción, no per­cep­ti­ble a prio­ri por los cón­yu­ges que se ven afec­ta­dos por una gran car­ga emocional.

Y a tener muy en cuen­ta, es muy dife­ren­te alcan­zar acuer­dos con un inte­li­gen­te y pla­ni­fi­ca­do ase­so­ra­mien­to legal fren­te a la toma de deci­sión sobre acuer­dos de for­ma pre­ci­pi­ta­da o impre­ci­sa, que de segu­ro oca­sio­na un per­ma­nen­te esta­do de con­flic­to y pro­ble­má­ti­ca, que vul­ne­ra la inde­pen­den­cia de los excón­yu­ges en el futuro.

2. El Divorcio.

Defi­ni­ción: “Ins­ti­tu­ción jurí­di­ca que, a ins­tan­cia de los cón­yu­ges y median­te sen­ten­cia, per­mi­te la diso­lu­ción del matrimonio”.

El divor­cio se tra­mi­ta ante un tri­bu­nal civil y la peti­ción pue­de ser pre­sen­ta­da por uno de los cón­yu­ges o por ambos de común acuer­do. En este jui­cio se obtie­ne el esta­tus de divor­cia­do, y se que­da habi­li­ta­do para un nue­vo matri­mo­nio civil, inclu­so con la mis­ma per­so­na de la que se divorciara.

La diso­lu­ción del matri­mo­nio lle­va apa­re­ja­da tam­bién otras cues­tio­nes como las que tie­nen que ver con los bie­nes de la socie­dad. Gene­ral­men­te se divi­den los bie­nes mate­ria­les en par­tes igua­les, aun­que de común acuer­do pue­den divi­dir­se en otros porcentajes.

El cese efec­ti­vo de la con­vi­ven­cia con­yu­gal duran­te, al menos, tres meses inin­te­rrum­pi­do des­de la cele­bra­ción del matri­mo­nio. Cuan­do con­cu­rran los requi­si­tos del artícu­lo 81, dará lugar a la soli­ci­tud de divorcio:

A peti­ción de ambos cón­yu­ges o de uno con el con­sen­ti­mien­to del otro, una vez trans­cu­rri­dos tres meses des­de la cele­bra­ción del matri­mo­nio. A la deman­da se acom­pa­ña­rá una pro­pues­ta de con­ve­nio regu­la­dor redac­ta­da con­for­me el artícu­lo 90 del Códi­go Civil.

A peti­ción de uno solo de lo
s cón­yu­ges, una vez trans­cu­rri­dos tres meses des­de la cele­bra­ción del matri­mo­nio. No será pre­ci­so el trans­cur­so de este pla­zo para la inter­po­si­ción de la deman­da cuan­do se acre­di­te la exis­ten­cia de un ries­go para la vida, la inte­gri­dad físi­ca, la liber­tad, la inte­gri­dad moral o liber­tad e indem­ni­dad sexual del cón­yu­ge deman­dan­te o de los hijos de ambos o de cual­quie­ra de los miem­bros del matrimonio.

Cuan­do el divor­cio sea soli­ci­ta­do por ambos cón­yu­ges o por uno con el con­sen­ti­mien­to del otro debe­rá nece­sa­ria­men­te acom­pa­ñar­se a la deman­da o al escri­to ini­cial la pro­pues­ta del con­ve­nio regu­la­dor de sus efectos.

3.Divorcio de mutuo acuerdo.

Este tipo de divor­cio es, sin duda, el más acon­se­ja­ble. Sus ven­ta­jas son la mayor rapi­dez y sen­ci­llez en los trá­mi­tes, un menor cos­te eco­nó­mi­co y fun­da­men­tal­men­te un esfuer­zo en alcan­zar acuer­dos lógi­cos y vita­les para el futu­ro a tra­vés de la media­ción familiar.

El divor­cio de mutuo acuer­do es el pro­ce­di­mien­to más rápi­do y menos trau­má­ti­co de obte­ner el fin per­se­gui­do por las par­tes en los pro­ce­sos matrimoniales.

Las for­ma­li­da­des son míni­mas y el eje fun­da­men­tal de los mis­mos radi­ca en el Con­ve­nio Regulador.

4. Divorcio Contencioso.

Esta vía de divor­cio es menos reco­men­da­ble que la del divor­cio de mutuo acuerdo.

Las difi­cul­ta­des se tra­du­cen en una dupli­ci­dad de trá­mi­tes, gas­tos y dura­ción del proceso.

En esta moda­li­dad de divor­cio exis­ten real­men­te dos par­tes enfren­ta­das tra­tan­do de diri­mir sus dife­ren­cias a tra­vés del ampa­ro judicial.

La expe­rien­cia nos dice que los divor­cios con­ten­cio­sos sue­len deri­var en con­fron­ta­cio­nes direc­tas que es con­ve­nien­te evi­tar en la medi­da de lo posible.

5.La separación.

Defi­ni­ción: “Ins­ti­tu­ción jurí­di­ca que impli­ca el cese de la vida común de los cón­yu­ges, man­te­nien­do el víncu­lo matri­mo­nial exis­ten­te entre ellos”.

Sepa­ra­ción y divor­cio son con­cep­tos jurí­di­cos dis­tin­tos, con efec­tos dife­ren­tes en cada caso, y refe­ri­dos a matri­mo­nios váli­da­men­te celebrados.

La sepa­ra­ción de hecho supo­ne el cese efec­ti­vo de la con­vi­ven­cia con­yu­gal. La sen­ten­cia de sepa­ra­ción pone fin a la con­vi­ven­cia matri­mo­nial y regu­la la situa­ción pro­vi­sio­nal que se pro­du­ce has­ta que se dic­ta la sen­ten­cia de divor­cio, que disuel­ve el matri­mo­nio. Los sepa­ra­dos siguen estan­do casa­dos mien­tras no se pro­duz­ca la diso­lu­ción del matri­mo­nio median­te la sen­ten­cia de divorcio.

El prin­ci­pal efec­to de la sepa­ra­ción es el cese de la vida en común.

Ade­más, cesa la posi­bi­li­dad de vin­cu­lar los bie­nes del otro al ejer­ci­cio de la potes­tad domés­ti­ca, hace decaer la pre­sun­ción de pater­ni­dad del mari­do y exclu­ye de la heren­cia abin­tes­ta­to del cón­yu­ge. Se man­tie­ne, en cam­bio, la obli­ga­ción de ali­men­tos entre cónyuges.

Al no tra­tar­se de una situa­ción irre­vo­ca­ble y sub­sis­tir el matri­mo­nio, es posi­ble que los cón­yu­ges deci­dan reto­mar su vida en común. La recon­ci­lia­ción pone fin al pro­ce­di­mien­to de sepa­ra­ción y deja sin efec­to lo que en él se hubie­ra deci­di­do, Si se hubie­ra pac­ta­do el cam­bio del régi­men eco­nó­mi­co este cam­bio no se verá afec­ta­do por la recon­ci­lia­ción, de modo que, para vol­ver al régi­men vigen­te antes de la sepa­ra­ción será nece­sa­rio vol­ver a pactarlo.

6. La liquidación de la sociedad de gananciales.

A. Los efectos patrimoniales de la separación matrimonial en los supuestos de sociedad de gananciales.

La socie­dad de ganan­cia­les se EXTINGUE al mis­mo tiem­po que el matri­mo­nio en el divor­cio de mutuo acuer­do.

En los supues­tos de divor­cio o sepa­ra­ción con­ten­cio­sa (con la inter­ven­ción de los órga­nos judi­cia­les) se tra­mi­ta de for­ma inde­pen­dien­te median­te un pro­ce­di­mien­to judi­cial espe­cial (diso­lu­ción de la socie­dad de gananciales).

Cesan de apli­car­se con la diso­lu­ción del régi­men las nor­mas pro­pias del mis­mo rela­ti­vas a la titu­la­ri­dad de los bie­nes, sis­te­ma de ges­tión y reglas de res­pon­sa­bi­li­dad, para apli­car­se un régi­men espe­cí­fi­co pro­pio de una comu­ni­dad post­ga­nan­cial que sur­ge en el supues­to en que no se pro­ce­da a la liqui­da­ción auto­má­ti­ca del mismo.

La liqui­da­ción con­sis­te en la rea­li­za­ción de todas aque­llas ope­ra­cio­nes par­ti­cio­na­les que sean per­ti­nen­tes, con­for­me a lo esta­ble­ci­do en los arts. 1396 artículo.1396 CC a 1410 CC, para pro­ce­der al repar­to de los bie­nes y dere­chos sub­sis­ten­tes en su caso tras la diso­lu­ción del régi­men matrimonial.

B. ¿Como debemos entender el régimen de gananciales?

Debe­mos tener en con­si­de­ra­ción que:

En este régi­men (ganan­cia­les) se pro­du­ce la coexis­ten­cia de tres patri­mo­nios: los patri­mo­nios pri­va­ti­vos de ambos cón­yu­ges (bie­nes pro­pie­dad de los cón­yu­ges antes del matri­mo­nio, heren­cias y dona­cio­nes), res­pec­to de los cua­les éstos con­ser­van su auto­no­mía, en cuan­to su ges­tión y dis­po­si­ción, (sin olvi­dar­nos de que nues­tra legis­la­ción, los bie­nes de los cón­yu­ges están suje­tos al levan­ta­mien­to de las car­gas (deu­das) que se ori­gi­nan por la vida en común del matri­mo­nio y de los hijos); y el patri­mo­nio ganan­cial, que se irá acu­mu­lan­do a lo lar­go de la vida del matri­mo­nio, con las ganan­cias que obten­gan los cón­yu­ges con su tra­ba­jo o acti­vi­dad, así como con las adqui­si­cio­nes a títu­lo one­ro­so que se pro­duz­can duran­te el matri­mo­nio, de cual­quie­ra que sea la cla­se del bien adquirido.

La Sen­ten­cia del TS de 30 de abril de 2010 seña­la al res­pec­to que (…) “se dedu­ce de la lec­tu­ra del art. 1344 CC artículo.1344 CC median­te la socie­dad de ganan­cia­les se hacen comu­nes las ganan­cias o bene­fi­cios obte­ni­dos indis­tin­ta­men­te por cual­quie­ra de ellos, que le serán atri­bui­dos por mitad al disol­ver­se. La deno­mi­na­ción de socie­dad vie­ne de la anti­gua redac­ción del art. 1395 del Códi­go Civil que remi­tía con carác­ter suple­to­rio a las reglas del con­tra­to de socie­dad para regir la socie­dad de gananciales”.

Las dis­po­si­cio­nes gene­ra­les apli­ca­bles (a los regí­me­nes matri­mo­nia­les) son las nor­mas con­te­ni­das en los arts. 1315 artículo.1315 CC a 1324 CC.

Dichas nor­mas resul­tan de apli­ca­ción a cual­quie­ra que sea el régi­men eco­nó­mi­co por el que se regu­len los cónyuges.

Estas nor­mas tie­nen carác­ter impe­ra­ti­vo, de tal mane­ra que los cón­yu­ges no pue­den excluir su aplicación.

Artícu­lo 1361 Códi­go Civil: “Se pre­su­men ganan­cia­les los bie­nes exis­ten­tes en el matri­mo­nio mien­tras no se prue­be que per­te­ne­cen pri­va­ti­va­men­te a uno de los dos cónyuges.”

Artícu­lo 1315: “El régi­men eco­nó­mi­co del matri­mo­nio será el que los cón­yu­ges esti­pu­len en capi­tu­la­cio­nes matri­mo­nia­les, sin otras limi­ta­cio­nes que las esta­ble­ci­das en este Código”.

Artícu­lo 1316: “A fal­ta de capi­tu­la­cio­nes o cuan­do éstas sean inefi­ca­ces, el régi­men será el de la socie­dad de gananciales”.

7.- Los acuerdos en el divorcio. ¿Qué debemos pactar?

 

Los ACUERDOS esen­cia­les del Divor­cio son:

1º) El uso de la vivien­da del matrimonio.

2º) Uso de otras vivien­das (segun­das residencias).

3º) Cus­to­dia de los hijos.

4º) Régi­men de visi­tas y comu­ni­ca­cio­nes de los hijos.

5º) Cuan­tía de las pen­sio­nes de alimentos.

6º) Pen­sión com­pen­sa­to­ria entre cónyuges.

7º) La con­tri­bu­ción a las car­gas del matrimonio.

Los acuer­dos de los cón­yu­ges, adop­ta­dos para regu­lar las con­se­cuen­cias de la nuli­dad, sepa­ra­ción o divor­cio serán apro­ba­dos por el Juez, sal­vo si son daño­sos para los hijos o gra­ve­men­te per­ju­di­cia­les para uno de los cónyuges.

Con alar­ma des­cu­bri­mos que fre­cuen­te­men­te, se cele­bran ACUERDOS DE DIVORCIO, en los que no han que­da­do sufi­cien­te­men­te deli­mi­ta­dos aspec­tos de vital impor­tan­cia que gene­ran pro­ble­mas de futu­ro y agra­van la difí­cil situa­ción emo­cio­nal que se deri­va de una nuli­dad, sepa­ra­ción o divorcio.

Por esta razón, la redac­ción, nego­cia­ción y expli­ca­ción de todas y cada una de las con­di­cio­nes del Con­ve­nio, exi­ge un estu­dio pro­fun­do de las nece­si­da­des de ambos cónyuges.

8. El uso de la vivienda habitual.IMG_0013

A. Definición de vivienda habitual:

“Sen­ten­cia de AP Bar­ce­lo­na de 18 de sep­tiem­bre de 1998, “aqué­lla que cons­ti­tu­ye el ámbi­to habi­tual de desa­rro­llo de las rela­cio­nes con­yu­ga­les y de filia­ción; el lugar don­de se desa­rro­lla la con­vi­ven­cia fami­liar o el lugar don­de resi­den los cón­yu­ges y sus hijos con habi­tua­li­dad, en suma que se tra­te de una vivien­da afec­ta a cubrir las nece­si­da­des de todos los miem­bros de la fami­lia y no sólo de uno de ellos”.

“La Sen­ten­cia del TS de 16 de diciem­bre de 1996 la defi­ne como el reduc­to don­de se asien­ta y desa­rro­lla la per­so­na físi­ca, como refu­gio ele­men­tal que sir­ve a la satis­fac­ción de sus nece­si­da­des pri­ma­rias (des­can­so, aseo, ali­men­ta­ción, ves­ti­do, etc.) y pro­tec­ción de su inti­mi­dad (pri­va­ti­ci­dad), al tiem­po que cuan­do exis­ten hijos es tam­bién auxi­lio indis­pen­sa­ble para el ampa­ro y edu­ca­ción de estos”.

B. Uso de la vivienda familiar y ajuar doméstico.

“Artícu­lo 96 Códi­go Civil: En defec­to de acuer­do de los cón­yu­ges apro­ba­do por el Juez, el uso de la vivien­da fami­liar y de los obje­tos de uso ordi­na­rio en ella corres­pon­de a los hijos y al cón­yu­ge en cuya com­pa­ñía queden.

Cuan­do algu­nos de los hijos que­den en la com­pa­ñía de uno y los res­tan­tes en la del otro, el Juez resol­ve­rá lo procedente.

No habien­do hijos, podrá acor­dar­se que el uso de tales bie­nes, por el tiem­po que pru­den­cial­men­te se fije, corres­pon­da al cón­yu­ge no titu­lar, siem­pre que, aten­di­das las cir­cuns­tan­cias, lo hicie­ran acon­se­ja­ble y su inte­rés fue­ra el más nece­si­ta­do de protección.

Para dis­po­ner de la vivien­da y bie­nes indi­ca­dos cuyo uso corres­pon­da al cón­yu­ge no titu­lar se reque­ri­rá el con­sen­ti­mien­to de ambas par­tes o, en su caso, auto­ri­za­ción judicial”.

Ha veni­do sien­do mayo­ri­ta­ria la asig­na­ción de la cus­to­dia de los hijos meno­res del matri­mo­nio a las madres, y con ello se han apa­re­ja­do de for­ma sis­te­má­ti­ca los usos de las vivien­das habi­tua­les a éstas, en detri­men­to de los cón­yu­ges no cus­to­dios, quie­nes en muchas oca­sio­nes han veni­do sopor­tan­do los cos­tes de adqui­si­ción de la vivien­da habi­tual –cuo­tas hipo­te­ca­rias prin­ci­pal­men­te- y a la vez han debi­do pro­cu­rar­se una nue­va vivien­da, creán­do­se situa­cio­nes de gran DIFICULTAD, que desem­bo­can con fre­cuen­cia en impa­gos de pen­sio­nes y otros con­flic­tos postdivorciales.

El uso de la vivien­da se está vien­do some­ti­do, cada vez con más fre­cuen­cia, a deci­sio­nes de GUARDA Y CUSTODIA COMPARTIDA de los hijos meno­res de matri­mo­nios divor­cia­dos, lo que exi­ge nue­vas for­mas de com­pren­sión de la reali­dad divor­cial por par­te de los excón­yu­ges, y un imper­tur­ba­ble áni­mo de coope­ra­ción en el desa­rro­llo per­so­nal y edu­ca­ción de los hijos menores.

En estos casos ‑de cus­to­dia compartida‑, los cón­yu­ges divor­cia­dos habi­tan la vivien­da alter­na­ti­va­men­te, no con­vie­ne olvi­dar­se al soli­ci­tar del juez esta cus­to­dia las gra­ves dis­fun­cio­nes de orga­ni­za­ción patri­mo­nial que sufri­rán los ex-cón­yu­ges que debe­rán dis­po­ner de otra vivien­da y modi­fi­car su domi­ci­lio habi­tual dos veces al año.

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