Cláusulas suelo y la especial protección del consumidor

El Consumidor como sujeto de especial protección y las cláusulas suelo

Con­su­mi­dor es aque­lla per­so­na físi­ca o jurí­di­ca que actúa en un ámbi­to ajeno a una acti­vi­dad empre­sa­rial o pro­fe­sio­nal. Esto es, que inter­vie­ne en las rela­cio­nes de con­su­mo con fines pri­va­dos, con­tra­tan­do bie­nes y ser­vi­cios como des­ti­na­ta­rio final, sin incor­po­rar­los, ni direc­ta, ni indi­rec­ta­men­te en pro­ce­sos de pro­duc­ción, comer­cia­li­za­ción o pres­ta­ción a ter­ce­ros. (Artícu­lo 3 del Real Decre­to Legis­la­ti­vo 1/​2007, de 16 de noviem­bre, por el que se aprue­ba el tex­to refun­di­do de la Ley Gene­ral para la Defen­sa de los Con­su­mi­do­res y Usua­rios y otras leyes com­ple­men­ta­rias – TRLGDCU-)

El consumidor tiene una especial protección derivada de la aplicación de la Directiva 93/13
El con­su­mi­dor tie­ne una espe­cial pro­tec­ción deri­va­da de la apli­ca­ción de la Direc­ti­va 93/​13

 

El consumidor y las condiciones generales de la contratación

El Tri­bu­nal Supre­mo en su sen­ten­cia de 9 de mayo de 2013 (sen­ten­cia sobre cláu­su­las sue­lo en las hipo­te­cas), enume­ró las cua­tro con­di­cio­nes, o mejor expre­sa­do carac­te­rís­ti­cas de las con­di­cio­nes gene­ra­les de la con­tra­ta­ción. Dejar cla­ro que la cláu­su­la sue­lo se con­si­de­ra una con­di­ción gene­ral de la con­tra­ta­ción, y que a prio­ri no tie­ne por­que ser con­si­de­ra­da ilí­ci­ta -la nuli­dad la pro­vo­ca la fal­ta de trans­pa­ren­cia en la con­tra­ta­ción de las cláu­su­las sue­lo -, pues­to que exis­ten muchas correc­ta­men­te arti­cu­la­das y que actúan den­tro de las hipo­te­cas de correc­ta fren­te al orde­na­mien­to jurídico.

Las cláusulas suelo son lícitas. La nulidad la provoca la falta de transparencia.
Las cláu­su­las sue­lo son líci­tas. La nuli­dad la pro­vo­ca la fal­ta de transparencia.

Una vez con­clui­do que las cláu­su­las sue­lo son una con­di­ción gene­ral, pro­ce­de ana­li­zar si el pres­ta­ta­rio ‑aquel que está obli­ga­do al pago de la deuda‑,  es un con­su­mi­dor.

Si esta­mos ante un con­su­mi­dor, éste tie­ne una pro­tec­ción espe­cial deri­va­da de su situa­ción de infe­rio­ri­dad (S.T.S. 9-05-2013: …el con­su­mi­dor se halla en situa­ción de infe­rio­ri­dad res­pec­to al pro­fe­sio­nal, en lo refe­ri­do tan­to a la capa­ci­dad de nego­cia­ción, como al nivel de infor­ma­ción, situa­ción que le lle­va a adhe­rir­se a las con­di­cio­nes redac­ta­das de ante­mano por el pro­fe­sio­nal sin poder influir en el con­te­ni­do de estas.).

Para supe­rar el con­trol de inclu­sión (o cuan­do una cláu­su­la será con­si­de­ra­da líci­ta), es nece­sa­rio que cum­pla con los cri­te­rios de:

  • Trans­pa­ren­cia.
  • Cla­ri­dad.
  • Con­cre­ción.
  • Sen­ci­llez.

Y no pue­de resultar:

  • Ile­gi­ble.
  • Ambi­gua.
  • Oscu­ra.
  • Incom­pren­si­ble (El con­su­mi­dor debe poder com­pren­der lo que firma.

(La sen­ten­cia de la Audien­cia pro­vin­cial de Valla­do­lid de fecha 9 de febre­ro de 2016, seña­la que la trans­pa­ren­cia es la nece­sa­ria com­pren­sión del con­su­mi­dor (…) que le per­mi­ta per­ca­tar­se de que se tra­ta de una cláu­su­la que defi­ne el obje­to prin­ci­pal del con­tra­to e inci­de o pue­de inci­dir en el con­te­ni­do de su obli­ga­ción de pago, es decir, una infor­ma­ción que per­mi­ta al pres­ta­ta­rio con­su­mi­dor tener un cono­ci­mien­to real y razo­na­ble­men­te com­ple­to de como jue­ga o pue­de jugar en la eco­no­mía del con­tra­to esa cláu­su­la suelo”).

Y como colo­fón, es nece­sa­rio que el con­su­mi­dor hubie­ra teni­do la opor­tu­ni­dad “real” de cono­cer la cláu­su­la sue­lo en el momen­to de la fir­ma del con­tra­to (sea cual sea la cuan­tía del préstamo).