Estado de Alarma

Estado de Alarma frente al Estado de Excepción

Estado de Alarma

Estado de Excepción

Las Cons­ti­tu­cio­nes, como todo el Dere­cho, nacen con la volun­tad de orde­nar las rela­cio­nes huma­nas. Nues­tra Cons­ti­tu­ción  no es aje­na a ello y esta­ble­ce el mar­co jurí­di­co para el desa­rro­llo del res­to del ordenamiento.

Debe­mos dis­tin­guir entre la situa­ción de nor­ma­li­dad, y las situa­cio­nes en que por diver­sas razo­nes se modi­fi­ca es situa­ción de nor­ma­li­dad ponien­do en peli­gro el orden polí­ti­co, sani­ta­rio, social o eco­nó­mi­co existente.

En esas situa­cio­nes de cri­sis,  el orde­na­mien­to jurí­di­co per­mi­te su modi­fi­ca­ción par­cial para reac­cio­nar fren­te a la situa­ción excepcional.

A esta par­te del dere­cho se le lla­ma “Dere­cho de excep­ción” y su úni­ca fina­li­dad ha de con­sis­tir exclu­si­va­men­te en la supera­ción de la cri­sis que lo ha jus­ti­fi­ca­do, y vol­ver a la nor­ma­li­dad en el menor tiem­po posible.

Tipos de medidas

Bási­ca­men­te se tra­du­ce en dos tipos de medi­das:

  1. Aumen­to de las facul­ta­des del Poder Ejecutivo.
  2. Limi­ta­ción de los dere­chos fundamentales.

Regulación del “Derecho de Excepción”

Esta regu­la­ción ha sido obje­to de estu­dio por el Tri­bu­nal Cons­ti­tu­cio­nal en su Sen­ten­cia 83/​2016, sobre el recur­so de ampa­ro pre­sen­ta­do por un gru­po de con­tra­lo­res aéreos tras la decla­ra­ción del pri­mer esta­do de alar­ma de nues­tra his­to­ria democrática.

Límites al derecho de excepción y características

  1. Las cáma­ras (Con­gre­so y Sena­do), que­dan auto­má­ti­ca­men­te con­vo­ca­das, para el con­trol del ejecutivo.
  2. La decla­ra­ción del Esta­do de Alar­ma o Excep­ción “no modi­fi­ca­rá el prin­ci­pio de res­pon­sa­bi­li­dad del Gobierno y de sus agen­tes reco­no­ci­dos en la Cons­ti­tu­ción y en las leyes”.
  3. El Dere­cho de Excep­ción (Esta­do de Alar­ma, Excep­ción y Sitio) debe ser estric­ta­men­te tran­si­to­rio. Solo es apli­ca­ble mien­tras dure la situa­ción de cri­sis que lo justifica.
  4. La úni­ca fina­li­dad del Dere­cho de Excep­ción es el de supe­rar la cri­sis y vol­ver a la nor­ma­li­dad en el menor tiem­po posible.
  5. Los pode­res excep­cio­na­les no son ili­mi­ta­dos, están tasa­dos en el pro­pio orde­na­mien­to jurí­di­co, esta­ble­cien­do que dere­chos pue­den sus­pen­der­se y cuá­les son las facul­ta­des con las que cuen­ta el poder eje­cu­ti­vo (gobierno).
  6. El uso de los pode­res ha de ser pro­por­cio­nal, y cir­cuns­cri­bir­se a la natu­ra­le­za e inten­si­dad de la situa­ción a la que hay que enfren­tar­se. Por este moti­vo se gra­dúa el Esta­do de Excep­ción en los tres esta­dos, Esta­do de Alar­ma, Esta­do de Excep­ción y Esta­do de Sitio.
  7. La pro­por­cio­na­li­dad de los pode­res debe tener en cuen­ta la terri­to­ria­li­dad. Si la situa­ción de cri­sis solo afec­ta a una par­te del terri­to­rio nacio­nal, sólo ésta debe ser obje­to del Esta­do de Alar­ma, Esta­do de Excep­ción o Esta­do de Sitio.
  8. El Dere­cho de Excep­ción (en sus tres gra­dos de Alar­ma, Excep­ción o Sitio), como todo el dere­cho limi­ta­ti­vo de dere­chos, ha de inter­pre­tar­se de una for­ma garan­tis­ta para los afec­ta­dos, en este caso, los ciudadanos.

Causas que motivan el Estado de Alarma, Estado de Excepción y Estado de Sitio

Cada uno de los esta­dos está con­ce­bi­do para reac­cio­nar a dis­tin­tas situaciones:

  1. Esta­do de Alar­ma: Ins­tru­men­ta­do como reac­ción a gran­des catás­tro­fes natu­ra­les y acci­den­tes. La situa­ción por pan­de­mia de COVID-19 esta­ría inclui­da en esta definición.
  2. Esta­do de Excep­ción: Pre­ten­de reac­cio­nar fren­te a gra­ves dis­tur­bios y alte­ra­cio­nes de orden público.
  3. Esta­do de Sitio: Reac­ción fren­te a agre­sio­nes diri­gi­das con­tra la exis­ten­cia mis­ma del Estado.

Estado de alarma

Situaciones

La L.O. 4/​1981, artícu­lo 4, posi­bi­li­ta su decla­ra­ción en las siguien­tes situaciones:

  1. Catás­tro­fes, cala­mi­da­des o des­gra­cias públicas.
  2. Cri­sis sanitarias.
  3. Para­li­za­ción de ser­vi­cios públi­cos esenciales.
  4. Des­abas­te­ci­mien­to de pro­duc­tos de pri­me­ra necesidad.

Efectos

No supo­ne la sus­pen­sión de los dere­chos, que solo pue­de dar­se en situa­ción de decla­rar­se el Esta­do de Excep­ción (artícu­lo 55 de la Cons­ti­tu­ción), pero sí su limitación.

Supo­ne por tan­to el Esta­do de Alar­ma, la limi­ta­ción de los dere­chos fundamentales.

Limitaciones que pueden establecerse

  1. Limi­tar la cir­cu­la­ción o per­ma­nen­cia de per­so­nas o vehícu­los a deter­mi­na­das horas y luga­res, o con­di­cio­nar­la al cum­pli­mien­to de requisitos.
  2. Requi­sar tem­po­ral­men­te cier­tos bie­nes e impo­ner pres­ta­cio­nes personales.
  3. Inter­ve­nir y ocu­par tran­si­to­ria­men­te cual­quier local, excep­ción hecha de los domi­ci­lios privados.
  4. Limi­tar o racio­nar el uso de ser­vi­cios y el con­su­mo de artícu­los de pri­me­ra necesidad.
  5. Dar órde­nes para garan­ti­zar que no exis­ta el des­abas­te­ci­mien­to de productos.
  6. Inter­ve­nir empre­sas o ser­vi­cios, y movi­li­zar a su per­so­nal, para garan­ti­zar ser­vi­cios públi­cos esen­cia­les y su abastecimiento.

Estado de excepción

Pre­vis­to por defi­ni­ción para reac­cio­nar fren­te a las cri­sis que gene­ran alte­ra­cio­nes gra­ves del orden públi­co interno.

El artícu­lo 13 de la L.O. 4/​1981, no esta­ble­ce un núme­ro cerra­do de casos que per­mi­ten la decla­ra­ción del Esta­do de Excep­ción, limi­tán­do­se a decir que exis­ta una gra­ve alte­ra­ción del orden públi­co sin que sea posi­ble res­ta­ble­cer y man­te­ner éste median­te el ejer­ci­cio de potes­ta­des ordinarias.

Efectos

El artícu­lo 55 de la Cons­ti­tu­ción limi­ta los dere­chos que pue­den ser sus­pen­di­dos duran­te la vigen­cia del Esta­do de Excepción:

  1. Garan­tías de la liber­tad y segu­ri­dad per­so­nal (artícu­lo 17 de la Cons­ti­tu­ción). Ejem­plo dere­cho a ser infor­ma­do de sus dere­chos al dete­ni­do, moti­vos de la deten­ción y dere­cho a la asis­ten­cia de abogado.
  2. Invio­la­bi­li­dad del domi­ci­lio y secre­to de las comu­ni­ca­cio­nes (artícu­lo 18.2 y 3 de la Cons­ti­tu­ción Espa­ño­la). Lo que supo­ne la posi­bi­li­dad de efec­tuar regis­tros domi­ci­lia­rios sin la pre­via auto­ri­za­ción judi­cial, cum­plien­do los requi­si­tos esta­ble­ci­dos en la L.O. 4/​1981, artícu­lo 17, pre­sen­cia de dos veci­nos, levan­ta­mien­to de acta del regis­tro y comu­ni­ca­ción inme­dia­ta al juez competente.
  3. Liber­tad de resi­den­cia y cir­cu­la­ción inte­rior y exte­rior (artícu­lo 19 de la Cons­ti­tu­ción Espa­ño­la). Prohi­bi­ción de cir­cu­la­ción, comu­ni­ca­ción pre­via de des­pla­za­mien­tos a la auto­ri­dad com­pe­ten­te, posi­bi­li­dad de obli­gar a deter­mi­na­dos desplazamientos.
  4. Liber­tad de expre­sión y de infor­ma­ción. Se pue­den sus­pen­der emi­sio­nes y secues­trar publi­ca­cio­nes, sin que que­pa la cen­su­ra previa.
  5. Dere­chos de reu­nión y mani­fes­ta­ción (artícu­lo 21 de la Cons­ti­tu­ción Espa­ño­la). Excep­to las reunio­nes de par­ti­dos polí­ti­cos, sin­di­ca­tos y aso­cia­cio­nes empresariales.
  6. Dere­chos de huel­ga y con­flic­to colec­ti­vo (28.2 y 37.2 CE).

La distinción entre suspensión de derechos y la restricción de derechos fundamentales y donde está la clave del asunto enjuiciado.

Veo con asom­bro como cier­tas per­so­nas (que dicen hablar con un cono­ci­mien­to jurí­di­co), expo­nen públi­ca­men­te en la red social Ins­ta­gram,  que no admi­ten la limi­ta­ción de movi­mien­tos, u otras medi­das decre­ta­das por el Esta­do de Alar­ma por ser con­tra­rias al artícu­lo 55 de la Cons­ti­tu­ción Española.

Des­de la red social se lan­zan con­sig­nas fomen­tan­do la des­obe­dien­cia civil, sien­do edu­ca­dos y res­pe­tuo­sos con las fuer­zas de segu­ri­dad, admi­tien­do la denun­cia, que, según su cri­te­rio, será recu­rri­da y gana­da por­que el Esta­do de Alar­ma no per­mi­te la res­tric­ción de los dere­chos de movimiento.

Inclu­so se lle­ga a “bus­car” la mul­ta, pasean­do con el coche para ser dete­ni­do en un con­trol, y mien­tras se gra­ba reci­bir la denun­cia por no cum­plir el Esta­do de Alarma

Estas cuen­tas, segui­das por muchos jóve­nes y meno­res de edad, fomen­tan una cul­tu­ra de la des­obe­dien­cia que ade­más pro­mue­ve fal­sas inter­pre­ta­cio­nes de la normativa.

La edu­ca­ción jurí­di­ca debe­ría ser una mate­ria den­tro del espec­tro curri­cu­lar de la ense­ñan­za obli­ga­to­ria, y cono­cer los dere­chos y liber­ta­des obje­to de refle­xión y estu­dio individual.

Esa es la par­te posi­ti­va de estos videos cor­tos, expli­car la nor­ma, inter­pre­tar­la, dar­la a cono­cer, pro­mo­ver su estu­dio, son obje­ti­vos líci­tos y que debo aplau­dir, sin embar­go denun­cio públi­ca­men­te que se inci­te a la des­obe­dien­cia por des­co­no­ci­mien­to del derecho.

¿Por qué sí son lícitas las medidas adoptadas dentro del Estado de Alarma?

Esta cues­tión pro­ce­de de la inter­pre­ta­ción del artícu­lo 55.1 de la Cons­ti­tu­ción y de la inter­pre­ta­ción que de él ha hecho el Tri­bu­nal Cons­ti­tu­cio­nal en la STC 83/​2016, sobre el recur­so de ampa­ro que pre­sen­tó un nume­ro­so gru­po de con­tro­la­do­res aéreos tras la decla­ra­ción del que fue­ra el pri­mer esta­do de alar­ma de nues­tra democracia.

La sen­ten­cia dice así:

“…A dife­ren­cia de los esta­dos de excep­ción y de sitio, la decla­ra­ción del esta­do de alar­ma no per­mi­te la sus­pen­sión de nin­gún dere­cho fun­da­men­tal (art. 55.1 CE con­tra­rio sen­su), aun­que sí la adop­ción de medi­das que pue­den supo­ner limi­ta­cio­nes o res­tric­cio­nes a su ejer­ci­cio. En este sen­ti­do, se pre­vé, entre otras, como medi­das que pue­den ser adop­ta­das, la limi­ta­ción de la cir­cu­la­ción o per­ma­nen­cia de per­so­nas o vehícu­los en luga­res deter­mi­na­dos o con­di­cio­nar­las al cum­pli­mien­to de cier­tos requi­si­tos; la prác­ti­ca de requi­sas tem­po­ra­les de todo tipo de bie­nes y la impo­si­ción de pres­ta­cio­nes per­so­na­les obli­ga­to­rias; la inter­ven­ción y la ocu­pa­ción tran­si­to­ria de indus­trias, fábri­cas, talle­res, explo­ta­cio­nes o loca­les de cual­quier cla­se, con excep­ción de domi­ci­lios pri­va­dos; la limi­ta­ción o el racio­na­mien­to del uso de ser­vi­cios o del con­su­mo de artícu­los de pri­me­ra nece­si­dad; la adop­ción de las órde­nes nece­sa­rias para ase­gu­rar el abas­te­ci­mien­to de los mer­ca­dos y el fun­cio­na­mien­to de los ser­vi­cios de los cen­tros de pro­duc­ción afec­ta­dos por una para­li­za­ción de los ser­vi­cios esen­cia­les para la comu­ni­dad cuan­do no se garan­ti­cen los ser­vi­cios míni­mos; y, en fin, la inter­ven­ción de empre­sas o ser­vi­cios, así como la movi­li­za­ción de su per­so­nal, con el fin de ase­gu­rar su fun­cio­na­mien­to, sién­do­le apli­ca­ble al per­so­nal movi­li­za­do la nor­ma­ti­va vigen­te sobre movilización”.

 

Por tan­to, las limi­ta­cio­nes y res­tric­cio­nes que sufri­mos deri­va­das del Esta­do de Alar­ma moti­va­das por la pan­de­mia por COVID 19, no han supues­to, por muy amplias que sean, la sus­pen­sión de dere­chos fun­da­men­ta­les, liber­tad de cir­cu­la­ción, reu­nión, liber­tad en gene­ral, etc.

La regu­la­ción del Esta­do de Alar­ma, sí ha supues­to una res­tric­ción o limi­ta­ción a su ejer­ci­cio que sí está per­mi­ti­da cons­ti­tu­cio­nal­men­te, sien­do por ello el Esta­do de Alar­ma una figu­ra jurí­di­ca que per­mi­te limi­tar los dere­chos fun­da­men­ta­les de los ciudadanos.